Tengo diabetes gestacional. Y ahora, ¿qué? Eso pensé hace casi dos meses cuando me llamaron del Hospital de Día de Diabetes. Dos días antes me había hecho la curva larga del azúcar y esperaba que en unos días me dijeran si los resultados eran positivos o negativos.
Para colmo, me llamaron el día de mi cumpleaños, poco antes de que me dispusiera a degustar una comida de homenaje que mis padres me habían preparado. Me chafaron el día.
Ahora, casi dos meses después, puedo decir que no es para tanto.
Me he decidido a escribir esta entrada porque no encontré demasiada información en su momento. Es decir, había mucha parte técnica y médica pero pocos consejos y experiencias personales. Mucha gente me dice, a raíz del diagnóstico, eso de "fulanita la tuvo y no pasó nada". Todo el mundo conoce a alguien, pero nadie te da pautas sobre el día a día, qué hacer, qué comer y truquillos para sobrellevar una enfermedad que es leve pero que hay que controlar para que no vaya a más.
Lo primero que hay que saber sobre la diabetes gestacional es que, como su propio nombre indica, está íntimamente relacionada con el embarazo. Se produce porque el embarazo es una sobrecarga importante para el organismo de la mujer y puede ocasionar trastornos del metabolismo de los hidratos de carbono que son transitorios.
Como no da síntomas, es importante que la embarazada se haga el test de O´Sullivan, un suero glucosado para el que te hacen un análisis para ver cómo lo ha procesado tu cuerpo a la hora de haberlo tomado. Si da positivo, entonces hay que hacerse la curva larga, para la que se requieren cuatro analíticas.
Aunque hay factores de riesgo, como la obesidad, antecedentes familiares de diabetes o tener más de 30 años, según las estadísticas más de la mitad de las mujeres a las que se diagnostica diabetes gestacional NO tenía factores de riesgo, de ahí la importancia de hacer las pruebas.
Bien. Después de estas nociones sobre qué es esta patología, que podéis encontrar en un sinfín de páginas de internet, voy a escribir mis impresiones después de convivir con ella durante casi dos meses.
Lo primero de todo. No tengas miedo, no es una enfermedad grave para tu bebé. Ese fue mi primer temor. ¿Qué podía pasarle a la niña? Fue mi pregunta a la enfermera que me llamó para decirme que las pruebas eran positivas, al endocrino y a mi ginecólogo. Todos coincidieron al afirmar que esta enfermedad sólo afecta al bebé en su crecimiento, es decir, que puede ser más grande de la media. Un bebé criado y lozano, jeje. Lo malo es que reduce las posibilidades de que el parto sea natural precisamente por el tamaño, por lo que lo aconsejable es que se reduzca la ingesta de hidratos y azúcares.
Las consecuencias, si la madre no se cuida, son realmente para ella. La primera de todas que tenga que pincharse insulina (cosa que a mí no me ha pasado) y la segunda, y mucho peor, es que la diabetes se quede tras el nacimiento, algo bastante improbable pero que puede suceder.
Después de haber sido diabética durante dos meses sólo puedo decir que el mundo no está hecho para estas personas. Aunque hay, cada vez, más productos dietéticos, lo cierto es que muchas cosas llevan azúcares añadidos y edulcorantes químicos que no son mejores que el azúcar. Por eso es importante que durante el embarazo, si te diagnostican la diabetes gestacional, te cuides, porque prevenir siempre es mejor que curar. Mejor que la enfermedad sea por un tiempo y no para toda la vida.
No conozco a una sola embarazada a la que no se le haya despertado el estómago en los 9 meses de gestación. Apetece comer más y, sobre todo, cosas dulces. Siempre he dicho que, si algo bueno tenía estar embarazada, era que te podías dar esos caprichos culinarios –llámese helados, chocolate, chucherías– que el resto del tiempo no tomas por mantener la línea y cuidarte más. Por eso es un rollo que te diagnostiquen diabetes gestacional, de ahí la importancia de no abusar de estos caprichos, ¡que luego pasan factura!
Aunque no he tenido que variar demasiado mi alimentación, sí he tenido que mirar mucho más qué debo comer,de hecho estoy a dieta. En la diabetes no sólo afecta el azúcar, sino que también lo hacen los hidratos de carbono: patatas, legumbres, pastas y pan. Esto sí que me ha afectado, porque gran parte de mi dieta, al margen de carnes, verduras o frutas, eran hidratos, y ahora debo medirme mucho.
Para los controles me dieron un medidor de glucosa que debo utilizar cuatro veces al día. Hay que anotar los resultados por si se desmadran las mediciones y fuera necesario poner insulina. Hay que pincharse en ayunas -el resultado debe ser menor a 95– y una hora después del desayuno, de la comida y de la cena. En todas estas el resultado debe ser inferior a 140 y, si la medición se hace a las dos horas, el resultado debe estar por debajo de 120.
¿Qué ocurre si lo supero? Nada. No pasa nada si es esporádico y, sobre todo, si te has "propasado" un poco con los hidratos, por ejemplo. De lo contrario hay que ponerse en contacto con el endocrino por si hace falta insulina para controlar cómo está funcionando el páncreas. Yo me ha pasado varias veces, pero siempre poco y muy controlado y sabiendo el por qué. Un plato de fabada, más pan de la cuenta en la comida o demasiadas patatas fritas han tenido la culpa. ¡Ay los hidratos, me tienen contenta, con lo que me gustan!
¿En qué hay que variar la alimentación? Si eres una persona sana que no abusa de los dulces, es bastante sencillo. La dieta debe basarse sobre todo en pescado, carne y verduras, siempre acompañadas por hidratos. Es importante comerlos en todas las comidas, pero de manera muy medida.
Os pongo un ejemplo de menú de un día cualquiera:
Desayuno: Un café descafeinado con leche desnatada y sin azúcar. Puedes echarle sacarina o stevia, un edulcorante natural. Una o dos rebanadas de pan integral con aceite. Yo me he pasado al pan de espelta que dicen que se procesa mejor. La verdad es que está muy bueno.
Media mañana: Una pieza de fruta o una rebanada de pan con queso fresco, tomate o aceite. Normalmente no tomo nada.
Mediodía: Una crema de verduras (a mí me encanta la de zanahorias), un filete de carne (la que quieras) y patatas fritas o cocidas. De postre, una pieza de fruta.
Merienda: Un café, igual que el de la mañana y unas galletas sin azúcar o, si no, María. No más de tres o cuatro.
Cena: Judías verdes rehogadas con ajo y aceite por encima, chacina y queso. De postre, un yogur desnatado sin azúcar.
Con ninguna de estas comidas se suele pasar de la cifra de 140, te alimentas sano y a tu bebé no le falta de nada. Evidentemente todo es concienciarse, pero os garantizo que si sois personas que os cuidáis habitualmente, apenas tendréis que variar la alimentación.
¿Qué cosas no puedo tomar? Además de evitar "atracones" de hidratos como un platazo de paella o una tortilla de patatas de tres huevos, evidentemente hay que dejar de lado todo lo que tiene azúcar. Bebidas azucaradas –las zero si se permiten, pero sin abusar–, dulces, chocolates, helados, pan blanco –por sus hidratos– y los zumos, ya sean de bote o naturales. Al parecer el estómago los procesa muy rápido y la fructosa pasa rápido a ser azúcar en nuestro organismo.
Como decía antes la diabetes gestacional me ha enseñado que tomamos demasiado azúcar, sobre todo mucho que desconocemos. Ahora soy una experta en mirar etiquetas y realmente es sorprendente lo que un zumo de bote o un yogur puede llevar de azúcar sin que hayas reparado en ello. Por eso es aconsejable tomar estos productos lo más naturales posibles o sin azúcar. (En la foto pan y galletas sin una pizca de azúcar –el pan es de espelta, las galletas llevan fructosa y las gominolas son de stevia–).
Me quedan solo unas semanas –espero– como diabética. Y si algo he aprendido de la diabetes gestacional es que todo lo que comemos tiene consecuencias y que el capricho de un momento puede pasarte factura para toda la vida. Con esto no quiero meteros miedo ni nada parecido, pero si os medís y coméis con cabeza sortearéis la curva larga del azúcar sin problemas... ¡y a disfrutar del embarazo! El día que dé a luz he pedido ya mi bocadillo de jamón y mi caja de bombones Lindt. Pero el resto del tiempo trataré de ser menos golosa, ahora se han multiplicado mis opciones de ser diabética en el futuro y voy a tratar de ponerle remedio manteniendo los buenos hábitos y quedándome con algunas de las imposiciones de la dieta de la diabetes gestacional.
Siento el tostón, espero ayudar, despejar incógnitas y, sobre todo, haber conseguido mi propósito: quitarle hierro al asunto. Recuerda, son sólo unos meses :)
Objetivo mamá
Ilustraciones de los geniales Papá 2.0 y de Agustina Guerrero